Prevención del consumo de alcohol en adolescentes



 Prevención del consumo de alcohol en adolescentes.

Departamento de Filosofía.

Presentación

      La realidad nos muestra que en nuestra sociedad existen numerosos problemas
relacionados con el consumo de drogas por parte de adolescentes y jóvenes.
Esta realidad nos obliga a ofrecer numerosas respuestas, pero la más adecuada
es, sin lugar a dudas, la prevención.

Tratamos de evitar el inicio en el consumo o como mínimo retrasar al máximo la
edad de este inicio. Por tanto es importante incidir cada vez a edades más tempranas
ya que sabemos que es en torno a los 12 ó 13 años cuando se producen las primeras
experimentaciones con drogas de fácil acceso como el tabaco, el alcohol y últimamente
también el hachís.

 Prevenir es educar, potenciar el desarrollo integral de la persona, fomentar la
adquisición y desarrollo de capacidades para afrontar y resolver situaciones que ponen
en riesgo su salud. Implica, por tanto, ampliar el concepto de aprendizaje, más allá de
la adquisición de conocimientos en determinadas materias como respuesta a las
nuevas exigencias de la sociedad actual.
 
Desde el mundo educativo, existe un vivo interés por extender la prevención de
las drogodependencias, facilitando todo tipo de herramientas para conocerla y
aplicarla. Ocupamos un lugar privilegiado en cuanto a la cercanía a la población
preadolescente, la cual se halla en una edad de riesgo en el inicio de los primeros
contactos con drogas institucionalizadas como el alcohol y el tabaco.

El impacto del uso de drogas sobre el proceso madurativo del
adolescente.



Se ha señalado que la ingesta de drogas, institucionalizadas o no, puede
acabar convirtiéndose en un componente del estilo de vida para algunos adolescentes
(Castro, Newcomb y Cadish, 1987). Se sugiere que si el hábito de consumo de sus
tancias tóxicas queda arraigado en una etapa de la vida tan decisiva como la
adolescencia, interferirá notablemente en el crecimiento y posterior desarrollo psíquico
y social del joven.

Autores como Baumrind y Moselle (1985) han manifestado que el consumo
habitual de drogas en adolescentes dificulta su natural desarrollo afectivo, impidiendo
su madurez psicosocial y creando una “basura” en la formación de la identidad, que
podrá devenir en una identidad adulta difusa y en una falta de claridad en las metas
del adulto.

Sin embargo, otros autores se manifiestan en diferente sentido a la hora de
explicar la interferencia del consumo de drogas en el desarrollo del adolescente.
Así, Newcomb (1987) y Newcomb y Bentler (1988) arguyen que el consumo habitual de
drogas está asociado con un acelerado, más que retraído, desarrollo del adolescente.

Desde esta perspectiva, los muchachos que consumen drogas, no siguen la
típica secuencia madurativa de escuela, trabajo y familia, sino que hacen la transición
de forma prematura pasando a los roles adultos de trabajo y familia sin estar
formados suficiente y adecuadamente para desenvolverse con éxito. Puede que
desarrollen una pseudomadurez que les prepare inadecuadamente para las dificultades
reales dela vida adulta, y como consecuencia evidenciarán grandes dificultades en el
desempeño de los mencionados roles.

Estos mismos autores han señalado que los adolescentes consumidores
habituales de drogas, tanto institucionalizadas como no institucionalizadas, acceden
a la edad de jóvenes adultos con síntomas tales como incremento de perturbaciones de
salud, síntomas psicosomáticos, disforia emocional y problemas de relación tanto con
los padres, como con los iguales. Curiosamente, las dificultades de relación con los
iguales parecen no darse en aquellos adolescentes que únicamente consumen alcohol,
posiblemente debido al carácter socialmente aceptado de esta droga y a su facultad de
reducir la inhibición social, lo cual podría fomentar las relaciones y el desarrollo de
habilidades sociales (Newcomb y Bentler, 1988)


Cuestionario e interpretación de los resultados.



El presente cuestionario tiene la intención de conocer las conductas y actitudes
del alumnado sobre el consumo del alcohol. Ha sido realizado en un grupo de 2º de la
ESO compuesto por 28 alumnos con edades comprendidas entre los doce y los quince
años.

En primer lugar hemos querido saber si el alumno había tomado bebidas
alcohólicas alguna vez en su vida y a qué edad se produjo esta primera ingesta. El
resultado aclaró que doce alumnos habían tomado alcohol alguna vez y dieciséis no lo
han probado. La edad media del inicio del consumo queda establecida entre los doce y
los trece años principalmente.

De los alumnos que refieren haber probado el alcohol, afirman no tener un
consumo continuado, solo tres alumnos manifiestan beber al menos cada finn de
semana. Las bebidas alcohólicas normalmente consumidas son los combinados y las
cervezas.

Cuatro de los encuestados dicen consumir cuatro o más vasos, copas o cañas en
un continuado espacio de tiempo.

En cuanto a las bebidas energéticas catorce alumnos declaran consumirlas y un
alumno lo combina con alcohol.

Los lugares donde los adolescentes, recordemos, menores de edad, tienen
acceso a la compra de alcohol en un porcentaje alto suponen tiendas de barrio,
seguidas de supermercados, bares, discotecas y casas de otras personas.

Siete de ellos manifiestan conseguir el alcohol mediante personas mayores de
dieciocho años y dos de ellos aclaran que lo consiguen comprando directamente sin la
mediación de nadie.

El lugar habitual de consumo es la calle, aunque también en casa, en discotecas,
bares y restaurantes.

Cuatro alumnos manifiestan haberse emborrachado alguna vez y expresan que
lo han hecho por el deseo de divertirse aunque han terminado sintiéndose mal incluso
llegando a indisponerse, con vómitos y mareos.

También comentan que el efecto secundario más común es el dolor de cabeza y
que es difícil mantener la situación lejos del conocimiento de la familia.

Los alumnos que dicen no haber bebido nunca opinan que los que sí lo hacen
están movidos por el deseo de aparentar más edad y para hacerse ver como más
«guays».

Todos los encuestados afirman que el consumo de alcohol que observan en sus
padres es ocasional y normalmente durante el fin de semana. Vivimos en una cultura
donde las celebraciones, reuniones y comidas se acompañan del consumo de alcohol.
Deberíamos estar más pendiente del inicio de la edad del consumo, el motivo que lleva
a beberlo y sobre todo incidir en la prudencia y moderación como ejemplo.

“[…]para conservar la salud y cobrarla si se pierde, conviene alargar en todo y en
todas maneras el uso del beber vino, por ser, con moderación, el mejor vehículo del
alimento y la más eficaz medicina […]”
Don Francisco de Quevedo y Villegas.

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